Historia de La Ventilla
A mediados del siglo XIX, lo que es hoy el barrio de La Ventilla pertenecía al antiguo pueblo de Chamartín de la Rosa y estaba formado por terrenos desiguales, con prados para el ganado, campos de cultivo y zonas para cazar. A la salida de la carretera de Francia se encontraba una venta, conocida como Ventilla o La Ventilla y por ello el barrio recibe este nombre. Se empieza a poblar a principios del siglo XX, al norte de la barriada de Tetuán de las Victorias.
Los primeros habitantes de Ventilla habitaban casas rurales de una planta, provenían de los campos de toda la península ibérica y llegaban a Madrid en busca de nuevas oportunidades, a la luz de la industrialización de la ciudad. La agricultura y la ganadería han formado parte de los ventilleros hasta hace muy poco. Los terrenos de esta zona no eran de buena calidad, sin embargo, y tampoco muchas de las casas, en ocasiones demasiado pequeñas.
La Ventilla es conocida por ser un barrio de traperos, oficio que consistía en recoger basura de la ciudad y venderla, separando y reciclando los objetos y materiales. También había obreros, que trabajaban en la ciudad. El hecho de que el barrio se fuera formando convierte las parcelas rurales en urbanas y los cinco propietarios principales de la zona, como Vizcaínos o Montoya, establecen las calles siguiendo sus intereses.
Las condiciones de vida en La Ventilla no eran buenas y, por ello, ante el abandono y la especulación, algunas obras religiosas se establecen en el barrio para formar y ayudar a sus habitantes. Los jesuitas construyeron la Iglesia de San Francisco Javier, anterior al centro de formación Padre Piquer que en los años 70 impulsa el famoso padre Murga y que continúa en la actualidad.
Por ser un barrio obrero, Tetuán de las Victorias fue bombardeado durante la Guerra Civil y, tras esta, las instituciones franquistas abandonaron a los suburbios obreros, donde se sufrió hambre, enfermedades y un creciente hacinamiento en las casas por la llegada de más inmigrantes procedentes del campo. No obstante, en la década de los 40 el Instituto Nacional de la Vivienda construyó el Parque de La Ventilla, el Poblado de Absorción y viviendas unifamiliares con corrales detrás. En los límites del barrio construyeron edificios de mejor calidad y más altos que escondían las casas bajas y las infraviviendas.
En 1948 Chamartín de la Rosa se anexiona a Madrid. En los 50 La Ventilla continuó creciendo y por ello la administración intervino construyendo algunas casas provisionales para frenar el chabolismo y ordenar la barriada, pero lo provisional se convirtió en permanente. En esta década se reafirman los límites del barrio, incluido en el de Almenara y se construye la Plaza de Castilla. En los 60 se comienzan a construir viviendas públicas en la zona de Mártires de la Ventilla, pisos de dos o tres plantas. Así es el barrio hasta los 70: bloques bajos, calles estrechas, casas pequeñas, sin asfaltar ni equipamientos de servicios públicos.
En 1975 se funda e inscribe la Asociación Vecinal de La Ventilla-Almenara que, aunque no ha sido la única en la zona, sí que es la principal que representará a los vecinos y vecinas durante el proceso de remodelación del barrio entre los 80 y 2007. No solo se manifestaron cortando el tráfico en Plaza Castilla u ocupando casas vacías para las familias sin hogar, sino que trabajaron por conseguir realojos en el barrio y viviendas dignas.
Los años 80 son una década difícil, entre este proceso de remodelación y la extensión del consumo de droga. En los 90 continúa lentamente la remodelación, que se culmina tras la construcción de la Avenida de Asturias en 2001. Esta ocupa la antigua calle de los Curtidos y abre una vía de comunicación, terminando con el hermetismo del barrio. Los altos bloques de vivienda pública gestionados por el IVIMA rodean la avenida, lo que no sucede en el Paseo de la Dirección, donde la intervención privada prevalece.
Por todo esto, La Ventilla ha crecido y ha cambiado muchísimo en estos últimos años: apenas quedan casas bajas, la población es mucho más heterogénea socialmente y de origen. Sin embargo, la solidaridad vecinal creemos que no se ha perdido, vecinos y vecinas implicadas se ayudan y comparten, continuando las tradicionales redes vecinales.
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